“El
arte no es algo matemático, la creación no está regida por ninguna norma o ley
y de esto el dinero y los mercados no entienden”
·
Irene
Nadal ganó su primer premio a la corta edad de trece años. Desde que comenzó a
escribir apuntaba maneras, como afirmaban sus profesores de lengua y
literatura, que la animaron a participar en concursos y escuelas de escritores
donde formarse para adquirir habilidad y destreza. Ha ganado numerosos premios
por diferentes relatos y poemas. Actualmente, con veinte años, es estudiante de periodismo y comunicación
audiovisual. Escribió durante una temporada una columna para el periódico de Vera, así como
hacía y hace teatro.
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¿Cuándo
empezaste a escribir?
Pues ya desde muy pequeña (6 o 7 años) cogía libros infantiles y los
copiaba en un papel y luego le decía a mi madre que los había escrito yo pero realmente
no recuerdo exactamente cuando empecé a crear cosas mías. Supongo que en
primaria, donde ya se me daba bien redactar redacciones y demás, empecé a
escribir mis propias historias. Pero cuando realmente yo dije “esto es mío, ha
salido de mí, me gusta” fue cuando escribí “Y llegó la lluvia” en 2006.
¿Alguna razón o motivo que te empujara a ello?
Pues sigo preguntándomelo muchas veces. Bueno, yo siempre he pensado
que ha sido por la cantidad de libros que siempre ha habido en mi casa porque
mis padres antes tenían una librería, además sobre todo mi padre, me ha
inculcado muchísimo lo de leer, redactar y expresarme bien… En su momento me
daba mucha rabia y teníamos muchas peleas, pero ahora que ha pasado cierto
tiempo, tengo la sensación de que me ha servido en gran medida. Otra de las
razones que he tenido presente y que siempre pienso es la de tener una hermana
6 años mayor que yo, a la cual yo admiraba
e imitaba en gusto musicales, cinéfilos,… Por lo que muchas de las
películas que ella veía, yo también, tal vez muchas veces no eran las historias
de amor más adecuadas para una niña de mi edad, pero éstas siempre están
presentes en mis escritos. Por otro lado, cuando llegué a la escuela de
escritores, la primera pregunta que nos hicieron desarrollar en una redacción
fue el porqué nos gustaba o porqué hacíamos “eso de escribir”… No recuerdo con
exactitud lo que puse, pero se que no lo tenía nada claro. Supongo que como una
necesidad de expresar lo que llevo dentro, porque de lo que escribo es de lo
que sé, de lo que he visto, de lo que he vivido o de lo que me imagino a partir
de ello. También sé que le daba mucha importancia a la imaginación, la cual
realmente la tiene en esta actividad, ¿no?
Ahora que estudio periodismo, al comienzo del segundo año nos hicieron
la misma pregunta pero referida a la profesión, ¿por qué periodismo? ¿Por qué
periodista? Pues se basa en la necesidad de comunicar, de comunicarse. Pero
sobre todo, y desde mi punto de vista, de transmitir. De transmitir sensaciones
y hacer que se creen otras nuevas en los receptores que me leen o me leerán.
Con tu primer relato “Y llegó la lluvia” ganaste varios concursos
locales, además de publicarlo como libro en la plataforma “Lulú”. ¿Qué recuerdo
guardas de este relato?
Bueno, pues este relato corto nace después de ver una de esas
“pasteladas” con mi hermana. No recuerdo exactamente de qué película se trataba, pero sé que con mi
historia lo único que tenía que ver era la personalidad de la protagonista. Yo
de pequeña siempre me inventaba novios, idealizados por lo que las canciones de
autores como Alejandro Sanz cantaban. Luego siempre he bailado en varios grupos
locales o he hecho coreografías para comparsas de carnaval, por lo que el baile
siempre ha estado muy ligado a mi vida y en eso se basa la mayor parte del argumento,
en una escuela de danza. Por lo que con esas pinceladas que ya había en mi
mente y la película, una noche me puse a escribir y al mediodía del día
siguiente, ya estaba terminado. Era como
que aquello estaba dentro de mí desde hacía tiempo y de repente, salió. Tengo
un recuerdo agradable, pues fue mi primera creación seria, la cual entregué a
mi profesora de lengua y literatura y de aquella época en el instituto para que
me lo corrigiera y me aconsejara antes que cualquier familiar o amigo y su opinión
finalmente fue buena, así que me animé a presentarlo a varios concursos que me
iba proponiendo ella o que me iba buscando yo.
¿Cómo fue la experiencia de publicarlo en
Lulú?
Pues al principio recuerdo estar muy emocionada, un día salió en el
telediario y mi padre me lo propuso. Lo estuvimos mirando y llamamos a toda la
familia para que se metiera en la página y lo comprara, lo típico. Pero sólo
llegaron dos ejemplares, que fueron los que compré yo para mi casa, los demás
que me dijeron que habían pedido el ejemplar por la Web , pagaron pero no
recibieron el libro.
Has participado en encuentros y escuelas de escritores noveles, como
en el Centro Euroiberoamericano de juventud (CEULAJ), durante
varios años. ¿Qué actividades llevabais a cabo y quiénes impartían clase?
Pues era una semana en la que por las mañanas teníamos clases de
narrativa con profesores como Clara Sánchez, ganadora del Nadal en el 2010,
Lorenzo Silva, recién ganador del premio Planeta, Inma Chacón, Premio Planeta
2011 y por las tardes poesía, de los dos años juntos recuerdo a Elena Medel y Andrés
Neuman, que también ha recibido algún premio importante últimamente. Y luego
nos llevaban a conciertos que se celebraban por la zona (Málaga-Antequera) a lo
mejor de grupos indios o árabes en patios andaluces o a alguna actividad de
teatro fuera de la escuela. Todo esto estaba coordinado por, además de la
directora de a escuela y del Pacto Andaluz, dos monitores, una actriz que era
Mara Guil y otro chico. Dentro de lo que es la escuela, en los dos años nos
impartieron un curso de danza del vientre, uno de teatro que culminó con un
montaje teatral dirigido por Mara y un curso de actividades de circo.
¿Crees que este tipo de iniciativas
fomentan la escritura?
Está claro que sí, todos los que estábamos allí era porque nos gustaba
escribir o porque en un momento de lucidez habíamos escrito algo que había
gustado a un determinado número de gente. Los que no tenían claro si querían
seguir esforzándose en conseguir momentos así, estas actividades hacían que
probaran al dedicar una parte de su tiempo a ellas.
Por otro lado, la acción que llevó acabo el Pacto Andaluz es más
laboriosa de lo que parece a simple vista, seríamos unos 30 y a todos nos
tenían que coordinar, tutelar, enseñar, dirigir en un proyecto en el que todo
el mundo no quiere verse involucrado, pues la experiencia nos lo ha mostrado, ¿no?
Treinta jóvenes, de entre doce y treinta años que “escriben”. Darles la
oportunidad de pasar por estos talleres donde se les está animando a seguir con
lo que hacen y se les están dando nuevas técnicas de manos de profesionales
consagrados… es una experiencia única, desde mi punto de vista.
¿Qué hacíais con los escritores?
Bueno, pues aparte de darnos consejos o contarnos sus propias
experiencias o técnicas, nos proponían ejercicios que luego iban siendo
evaluados individualmente. También nos obligaban a exponerlo todo en clase e
incluso a explicar el significado de todo lo que salía de nosotros, esto aunque
parezca cruel en algunos casos, ayudó a muchos a abrirse a los demás y a ir
avanzando incluso durante una sola semana donde en mucha gente fue muy visible
su evolución.
Durante tu estancia en el CEULAJ y en varios foros de escritores los
participantes creabais un “cadáver exquisito”. ¿En qué consiste?
Bueno, pues el cadáver exquisito es un poema multitudinario. Es decir,
en una hoja alguien comienza escribiendo de tres a cuatro versos sobre lo que
quiera. Tras esto, se le pasa a una segunda persona este papel, pero dejando al
descubierto sólo el último verso escrito, a partir del cual tendrá que escribir
otros cuatro versos. Así, el papel pasaba por las treinta personas que
formábamos el grupo de escritores, por lo que finalmente se formaba una
historia que a lo mejor en apariencia no tiene mucho sentido pero que luego se convertía
en todo lo contrario.
¿Fue útil para tu formación como
escritora?
Es una técnica más, una manera nueva para mí en ese momento de
exprimir la capacidad de imaginar que llevamos dentro cada uno. Pero también
una manera de conocernos un poco más entre los que estábamos allí, porque sabía
de quién venía el último verso que estaba a la vista.
Con otro relato, “Porque lo amargo sabe mejor”, ganaste un accésit en
la modalidad de relato corto organizado por el Pacto Andaluz, además de otros
concursos locales. ¿Llegó a ser publicado este relato?
Sí, el premio del accésit, además de la estancia gratuita en la
escuela de escritores, era la publicación del relato en la colección financiada
por el mismo Pacto Andaluz por el Libro “Letras de Papel”, donde se recogían
las obras de cada uno de los ganadores y finalistas, además de una pequeña
referencia de cada uno de los protagonistas.
¿Y cómo te sentiste al ganar tantos
concursos con este relato?
Pues muy alagada y feliz porque era el primer relato que yo veía
“serio”. Serio como una forma de decir “maduro” desde el punto de vista de una
adolescente de 15 años. Es una composición de poesía de verso libre con
narrativa y tiene mucho que ver con esa época de mi vida. Los versos ya los tenía
escritos a retazos en servilletas y papeles que me iba encontrando conforme me
iban saliendo, pero la historia volvió a salir sola, como en “Y llegó la
lluvía”. Me ponía ante el ordenador y las situaciones aparecían. La decisión de
ponerme a escribirlo fue tras leer “El Extranjero” de Albert Camus, del cual
imité la lentitud de los acontecimientos en mi historia.
Respecto a la poesía, ¿has presentado poemas a concurso?
Sí, bueno. El segundo año de estancia en la escuela de escritores, la
periodista y escritora Elena Medel nos mandó un ejercicio de verso libre, sin
decirnos que los que más le llamaran la atención serían publicados en la página
web oficial del pacto andaluz. El mío fue uno de los seleccionados, se llamaba
“Game Over” y hablaba de la desilusión en las relaciones que nunca llegan.
Otro año escribí “Silencio. Tiempo”, donde hacía un repaso de mi vida
escolar para un ejercicio de Lengua y Literatura del instituto. A la profesora
le gustó bastante, por lo que me animé a presentarlo a un concurso nacional que
organizaba el ayuntamiento de Roquetas de Mar (Almería), quedando finalista en
la categoría de poesía de verso libre.
¿Has continuado presentándote a
concursos?
Después de este último de Roquetas, he seguido presentando originales
a concursos locales pero ya no recibía ni contestación de “lo hemos recibido” y
me desanimé. No es la razón principal, pero sí una de ellas. También empecé
otra época de mi vida estudiantil, el temido bachillerato y eso hizo que
tuviera poco tiempo, los cuales utilizaba y sigo utilizando para componer
pequeños retazos de lo que va saliendo de mí, pero nada que me convenza para
que la gente lo valore. Supongo también que con el tiempo y teniendo una visión
más real de lo que nos rodea, me he vuelto más insegura y me cuesta más exponer
lo que hay dentro de mí y que sale en forma de palabras a la vista de todo un
mundo.
Durante un año tuviste una columna en el periódico de Vera, “La
columna de Irene”. ¿Cómo fue la experiencia?
Pues disfruté mucho porque era mi primer contacto con “el mundillo del
periodismo”. El que se encargaba del periódico local era conocido mío y tras
ver mi trayectoria, me hizo una entrevista y publicó un extenso reportaje en el
periódico, tras lo que me propuso mi participación en él de esta manera. Podía
hablar de lo que quisiera, algo que me parecía un gran privilegio, ¿pues
realmente yo quién era? Pero por otra parte, también me daba mucho miedo y
apuro, pues hablamos de un pueblo no demasiado grande donde todo el mundo se
conoce… Comencé a escribir artículos de opinión sobre los temas de actualidad
que iban surgiendo y luego pasé a escribir una especie de microrelatos,
intentando imitar a los antiguos periódicos dónde se iban publicando novelas
por números publicados de los diarios.
Llegó un momento en el que la gente me paraba por la calle para
preguntarme que qué me pasaba, que si había dejado a mi novio, que si me había
dejado él, que si mi abuela estaba muriéndose,… según de qué escribiera en la
columna de narrativa, cuando todo eran historias inventadas. Era muy gracioso
pero llegó un momento en el que me preocupé, aunque en verdad aquello
significaba que me leían y seguían. El periódico terminó desapareciendo por
falta de presupuesto en el ayuntamiento, aunque dos años después me siguen
preguntando que por qué no escribo en el periódico cuando ya ni existe….
También, desde hace cuatro años, haces al teatro; obras como “Anacleto
se divorcia”, “Jaque a la juventud”… ¿Es una afición o algo a lo que te
gustaría dedicarte?
Desde pequeña me ha gustado mucho el teatro, el baile, la escritura…
como ya has podido ver. Y mi primera elección de carrera desde muy pronto era
arte dramático, pero mi padre no estaba muy de acuerdo, algo que no me desanimó
pues el periodismo siempre ha estado en mí y la necesidad de expresarme y
contar lo que ocurre o me pasa a los demás, aún más. Ahora que ya estoy en Madrid y que me dedico
a este arte como una afición de verano, no me importaría hacer algo más o
incluso terminar dedicándome a ello, el teatro es una forma más de comunicar y
también de crear, además de que ayuda a conocerte mucho mejor y entender mejor
las percepciones de los que te rodean.
Algo que en la actualidad se está volviendo realmente complicado al
carecer prácticamente de valores.
A pesar de todo, incluida crisis económica actual, ¿crees que existen
oportunidades para que los jóvenes con talento puedan expresarse y emprender
ideas?
Pienso que las hay, materializadas de muchas formas, las cuales no sabemos
ver. Andalucía es una gran fuente de oportunidades para los jóvenes que quieren
crear y están comenzando. Ciudades como Málaga, Córdoba o Granada son centros
artísticos importantes. Pero ahora que Madrid me ha adoptado, ¿qué te voy a
decir? Es una de las ciudades españolas que da más oportunidades a los jóvenes
para iniciarse en todo aquello que anhelan. ¿El problema? Que ya sea en el
norte o en el sur, no hay financiaciones por ningún lado. Muchos de los
compañeros con los que compartí la escuela de escritores, han publicado varias
de sus obras, dirigen espacios de arte o incluso han llegado a crear los suyos
propios, pero todo bajo fundaciones, las cuales necesitan, a su vez,
inyecciones de dinero. A pesar de esto, siempre hay un lugar, un momento y un
público para exponer y exponerte y aunque suene a tópico, por algo se empieza.
Todo llega, aunque cueste, porque está claro que te va a costar. El arte no es
algo matemático, la creación no está regida por ninguna norma o ley y de esto
el dinero y los mercados no entienden. Así que dejemos que asimilen, mientras
tanto seamos un poco más felices disfrutando de lo que hacemos.
Ahora, también te digo que muchas veces queremos pero no nos ponemos.
Es decir, la escuela de escritores vino a mí por casualidad. Pero las
casualidades no siempre vienen solas y si quieres algo, tienes que salir y
buscarlo. O pedirlo. Y esperar, esperar mucho o no, ¿quién sabe? Hay gente que
vale mucho y no es consciente de ello por no saber moverse, debemos aprovechar
lo poco que nos dejan para hacer de nosotros mismos un arte.
¿Y cómo fueron tus oportunidades?
Cuando a mi me propusieron lo de la escuela de escritores yo ya me
había movido en varios concursos locales. Y después de la escuela fui mucho más
consciente de que tenía que salir y buscar oportunidades. Y no sabes cuanto me
duele estar parada ahora mismo, pero soy consciente de que si estoy en este
estado es por mí, y que si quiero llegar a algo o recuperar el ritmo al que llegué,
primeramente depende de mí. Después, ya se vería.
El futuro es incierto, y
más para “los que crean”. La cultura está tan infravalorada en este mismo
momento que cualquier novedad que aparezca en cualquier ámbito, pienso que
puede llegar a tener un lugar importante, ahora o dentro de un tiempo. Esto
vuelve a relacionarse con una pérdida total de valores, pero me vuelvo a
reiterar. Los que crean quieren un público, pero no siempre se puede imaginar
pensando en lo que pensarán.
La cantante Bebe siempre dice que primero es nuestro, luego la
gente lo hace suyo. Yo sólo espero que los organismos e instituciones que nos
dirigen y gobiernan algún día hagan suyo alguna creación, sea buena o mala. Y
se den cuenta del valor que puede llegar a adquirir la esencia de cualquier
persona capaz de exponer en forma de palabra, trazo de color o música todo lo
que hay dentro de ella, que nunca es poco aunque a veces lo parezca.
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