29/12/10

Calma.



He perdido mi alma,
el karma.

¿Quién me llama?
Tu amada,
mi amada,
vida siempre soñada,
infancia arrebatada,
arrancada.

Palabras aladas,
en mil pedazos voladas,
violadas,
sociedades estancadas,
adolescencias imposibilitadas,
imaginadas.

Yo.


20/12/10

Muerte prematura.

Doppelgänger.
Símbolo inminente de mi muerte,
de tu triunfo,
de la victoria de los inútiles.
Y yo, lo odio,
querría matarlo,
matarte, mismo es,
pero no puedo.
¿Somos lo mismo?
¿no lo somos?
un sinsentido.
Mi última noche,
mi último suspiro,
antes de tu triunfo,
antes de la victoria de los inútiles,
de los desvalidos mentales,
de vosotros,
escoria.
Doppelgänger.


19/12/10

Corazones en el asfalto.

“Camino por la centenaria Gran Vía madrileña. Es invierno. Hace frío, mucho frío. La gente mira los escaparates: Zara, H&M, Swarovski, Vips… Pero tú no.  Tú miras al suelo. Y ves personas. Como tú, como yo. Como nosotros. Tumbadas, sentadas, dormidas, con perros, sin ellos, con mantas, sin ellas, etcétera. Duermen sobre cartones. O sin ellos, si son desafortunados.  Y piensas en la ropa de nochevieja, en el regalo para tu amigo invisible. En gastos. Sales de una tienda, y justo a la entrada hay alguien, en el suelo. Te mira. Le miras. Tiene los mofletes rojos, y un bote en frente suya. Tú un cigarrillo en la mano, consumiéndose.  Te sigue mirando. Y tú apartas la mirada. Desistes. No puedes contemplar ese paisaje. Es muy duro. Dantesco. El infierno.
Caminas hacia el metro. Pero, antes de cogerlo, pides un café en Starbucks, para llevar. Por qué no. Lo coges. A la salida, otra persona en el suelo. Esta vez una mujer, anciana. Con un gorro de lana, y una bufanda. ¿Por qué estará ella allí? Apartas la mirada. Ella no. Observa el café que llevas en la mano. Te envidia. “Parece ser un café caliente. Que envidia”.
Coges el metro. Alguien abre la puerta. Ese alguien te pide algo de dinero, para el metro supuestamente. Viste harapos, sucios. Le dices que no tienes, que como tienes abono transporte, no llevas dinero suelto. Pides perdón. Pero observa el café. Starbucks. “Hijo de puta, cómo que no tienes dinero. Necesito comer. Ayúdame.”
Pasas el billete. Llega el tren y te montas en él. Tomas asiento. Hay mucha gente. Es lo que tiene la navidad, el centro se llena. Un hombre mayor, bastante mayor, pasa cerca tuya y te deja un papel, un papel en el que hay escrito un poema. Miras al señor. Deja un papel a cada pasajero. Lo lees. No entiendes la situación. El hombre recorre todo el tren. Cuando llega al final, da la vuelta. Recoge los poemas y pide dinero. Lo observas. Lo analizas. Le entregas el papel, pero no dinero. Ni si quiera te atreves a mirarlo. Un escalofrío recorre tu cuerpo. ¿Seré yo así de mayor?  Bajas del tren y caminas directo al autobús. La duda no te abandona. ¿Serás así de mayor? ¿Lo seré?
Lo eres, amigo. Eres persona.”

 .


Solo nos quedamos con la portada del libro, con lo primero que observamos. Detrás de cada persona, hay una vida. Detrás de cada vida, hay una historia. Más bella o más triste, pero una historia que merece la pena ser escuchada. No se puede consentir que alguien viva tirado en la calle, que pase frío, que reciba miradas de odio, de asco, de pena, incluso de miedo y rencor. Una persona. Y no podemos sentir indiferencia. Tiene que conmovernos que viva así. No, mejor dicho, que no viva. Eso no es vivir. Eso es morir. Morir lentamente. Morir haciendo una obra de teatro teniendo como público a toda una ciudad. Un público muy duro. No podemos permitirlo. No. Debemos brindar oportunidades a quienes les han sido arrebatadas. Arrancadas.
Todos merecemos una vida digna.
Debemos plantearnos qué es lo que falla. Qué es lo que permite que haya gente que viva por debajo del umbral de la pobreza. ¿El sistema económico? Puede ser. ¿El sistema político? También. Pero debemos plantearnos algo más: ¿Estamos haciendo algo para cambiar esta situación? ¿Lo suficiente? ¿Por qué nuestra moral nos permite observar y sentir indiferencia? ¿Por qué?
Ahora es cuando debemos entrar en acción.


16/12/10

Lo irracional, lo irreal.

Nunca un perfil hizo temblar mi alma.
Llorar.
Hasta que descubrí el suyo.

Un perfil que me pregunta si soy digno de observarlo.
No, no lo soy.
Pero debo mirarlo.
comprenderlo.

Unas líneas trazadas por un pintor maestro del impresionismo,
sabedor de la perfección y de la belleza.
Ha pintado millones, 
Pero ninguno como el tuyo,
el más bello jamás creado.

Y yo, me presento ante él,
nervioso, algo abatido.
Y lo observo.
Y me echo a llorar,
pues estoy ante lo que he soñado durante años,
durante toda mi vida si cabe.

Un perfil nacido para ser amado,
adorado,
odiado,
besado,
contemplado.
Pero sobre todo, nacido para conmover  el alma.

.

13/12/10

Panorama.

La anterior entrada era un retrato metafórico de la política, la justicia, la sociedad y el Estado español actualmente: infantiloide, carente de sentido, de unión y en cierto modo de credibilidad.
Ello no significa que nuestra democracia esté al borde de la destrucción, no. Es una llamada a la reflexión, a la razón. Tenemos la obligación moral como ciudadanos de exigir una mejora de la clase política, y de la aplicación de la política en sí.
Esta exigencia la podemos llevar a cabo a través del voto. El voto es nuestro medio para ejercer la política, y debemos usarlo siempre. Al menos si queremos cambiar la situación.
Es algo por lo que debemos luchar, pues si no lo hacemos, ¿realmente somos ciudadanos?

10/12/10

Sociedad, política, latrocinio, justicia y Estado: las democracias contemporáneas.

Llamamos adiestramiento a la educación que reciben los cerditos. Hay cerditos que deciden abandonar esa domesticación, ya sea por pasar más horas tirados con sus colegas cerditos en el barro, o porque deciden entregarse a trabajos simples y carentes de responsabilidad en la misma. La falta de conocimientos y obligaciones los vuelve ignorantes, salvajes y prescindibles para la piara.
¿Y si un cerdito comete un acto inapropiado hacia otro(s) cerdito(s) u  de la piara? Para eso los cerditos gobernantes crean leyes en el cerdo-congreso ,(donde se reúnen para hacer “oink” todos a la vez, compitiendo por ver quien lo hace más estruendosamente, entre otras cosas) para penalizar a esos cerditos. Pero no es su única función; también gestionan los tributos que pagan los cerditos y deciden como invertirlos para mejorar la vida de la piara, como puede ser construir guarr-hospitales para los cerditos, por si se hacen daño o están enfermos, o también para crear áreas de esparcimiento, como pueda ser una nueva pocilga, una nueva dehesa para que se tumben en la sombra todos juntos cual familia feliz, o una biblio-cerdo, donde podrán leer novelas gorrinas.
Volvamos al caso de antes: ¿Y si un cerdito comete un acto inapropiado hacia otro(s) cerdito(s) de la piara? Ahora, concretemos: ¿y si un cerdito gobernante decide que, ya que por sus pezuñitas pasa el dinero de la piara, por qué no aprovechar y coger un poco? Al fin y al cabo, nadie se enteraría… Además, ese cerdito gobernante tiene una familia que mantener, ¿acaso vamos a impedirla que vivan mejor que el resto de la piara? ¡Jamás!.
Cuando se descubre que un cerdito gobernante ha robado dinero público, -y por tanto, ha incumplido una ley aprobada en el cerdo-congreso- tiene que ser juzgado por un porco-tribunal. Ese porco-tribunal está compuesto por jueces cerditos que, para llegar hasta ahí, han tenido que ser muy adiestrados, por lo que damos por hecho que están preparados para juzgar a los malechores con imparcialidad.
Supongamos que, por problemas burocráticos-cerdiles, los cerditos sabios no llegan a juzgar al cerdito gobernante. Toda la piara está al tanto de las infracciones cometidas por ese cerdito, pero (y aquí está el problema) en la piara abundan los cerditos que no han llegado a completar su adiestramiento, es decir, cerditos ignorantes, que deciden apoyar, a pesar de las fechorías, al cerdito gobernante ladrón, porque “¿quién no ha robado alguna vez? oink oink”.
¿Qué ocurre entonces?, (recordemos que los cerditos gobernantes son elegidos por votación) pues que el cerdito gobernante será reelegido. Y así sucesivamente. Y seguirá robando. Y no aportará bienestar a la piara. Pero seguirá en su cargo. Y será reelegido. Pero no, no todos los cerditos de la piara son unos ignorantes. Los hay muy conscientes de la situación, de que el (moderado) bienestar que poseían comienza a desaparecer. Pero son muy pocos. Cada día son menos. Y comienzan a pensar que la célebre frase “la piara no es tonta” no es correcta, pues es estúpida. Muy estúpida.


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En los próximos días haré una entrada dando ciertas aclaraciones sobre esta.

7/12/10

Conversaciones desaliñadas.

-(7-*3



·¿A qué coño viene todo esto?
· Entérate de una puta vez, a lo largo de tu vida serás pisada miles de veces. ¿Quién te va a regalar algo, eh? Si sabes de alguien que brinde oportunidades a individuos como nosotros, dile que me localice, ¡pero no te engañes a ti misma, joder!
· Lo siento.
· No lo sientas. Eso sí, querida mía, recuerda lo siguiente:
Antes de que te pisen, pisa.
Arrasa con todo lo que se cruce a tu paso.
Destruye las vidas necesarias para sobrevivir.
Tú no mereces ser maltratada, no, desde luego que no.
Nunca.

5/12/10

La mirada perdida en una taza de café.

Yo he vivido cosas que vosotros jamás viviréis.
He muerto por dentro,
mas he vuelto a nacer.

. 

Yo he gritado cosas que vosotros jamás gritaréis.
He luchado contra lo establecido
mas nunca llegué a vencer.

1/12/10

Lo obligatorio, lo necesario.


.

Somos ciudadanos carentes de ciudadanía. Hemos perdido la soberanía que antaño poseíamos. Vivimos en un Estado podrido, dirigido por gente podrida, que toma decisiones más podridas si cabe.
La propaganda se nos implanta en el cerebro. Somos máquinas preparadas para ser explotadas. Nunca aprenderemos qué es la vida. Exhalamos deseos de placer. Eyaculamos odio por nuestros poros. Sangramos amor por nuestros ojos.
Y a pesar de todo, no somos humanos.

No somos ciudadanos. ¿Quizás no somos nadie?
Quién sabe.

El exterminio ha comenzado.
El genocidio es la solución.
El Terrorismo de Estado el medio.
Es necesario.