28/7/11

Tapa dura azul celeste, I.

-          ¿Se ha sentido alguna vez alejado de la realidad?
-          ¿Perdona?
-          Que si se ha sentido alguna vez alejado de la realidad… inconsciente de lo que ocurría a su alrededor.
-          Eso no es de tu incumbencia.
-          Vamos a ver, si quiere que su estancia aquí sea lo más agradable posible, le aconsejo que conteste a mis preguntas; si no, me aseguraré de que su hogar le parezca el lugar más hospitalario del mundo.
-          Sí.
-          ¿Sí qué?
-          Que sí me he sentido alejado de la realidad.
-          Explíquese.
-          ¿Crees en Dios?
-          ¿Cómo dice?
-          Que si crees en Dios… Allah, Yahveh, La Santísima Trinidad, Shang Di…
-          Creo que no lo está entendiendo. Yo hago las preguntas y usted responde. Simple.
-          Cuando era pequeño y mis padres se iban de viaje, algo que hacían muy a menudo por cierto, mi abuela venía a casa y cuidaba de mí. Mi abuela era católica, muy religiosa. Antes de ir a dormir me obligaba a rezar. Mi abuela decía que rezando entrabas en contacto con Dios, hablabas con él, le contabas tus problemas y preocupaciones… y como sabrás Dios no existe.
-          No le entiendo.
-          Si al rezar entraba en contacto con Él, me alejaba de la realidad, pues me acercaba a algo inexistente, a una idea o a algo inferior. Me acercaba a un mundo inexistente, irreal.
-          Ya. ¿Oye voces en su interior?
-          No.
-          ¿Seguro?
-          Sí.
-          Cuando volvía a casa después del colegio, ¿sentía miedo?
-          No.
-          ¿Qué sentía?
-          Lo mismo que siento cuando la observo.
-          No se pase de listo. ¿Podría explicarlo?
-          Es como si estuviese harto, asqueado, aunque sólo te vea un par de horas al día, pero estoy harto y asqueado. Harto de ti, de tu olor, de tu presencia, de tu mirada y sonrisa, de tu pelo rizado. De todo.
-          ¿Sería capaz de matarme?
-          ¿Cree en Dios?
-          Sí.
-          No, no sería capaz de matarte.
-          Entonces, si siente lo mismo cuando está conmigo que cuando estaba con su familia, ¿por qué a mí no y a ellos sí?
-          Porque tu Dios me habló y me dijo que los matase.