26/9/11

Dobla bien las camisas.



















¿Por qué toda la suciedad
se acumula en tus pestañas?

¿Por qué me duelen los tobillos
si apenas he llorado hoy?

Vámonos de París.

19/9/11

Ancla, cuarta parte.

¡Que se te cae el alma a los pies y el corazón se lo come tu gato!
Y enciendes la lámpara de tu escritorio y coges un cigarro del paquete escondido entre la ropa interior y fumas como si de algo fantástico se tratara. Y no te echo del todo menos. Un poco, eso sí.

Y fuma. Y fuma. Y fúmame.

¿Qué ropa te toca mañana? A mí una camisa de cuadros, comos siempre. A ti una sonrisa fresca y algo viva. Quizás un poco de música no estaría mal:


Cuando deje de tener la voz rota susurraré a tu oído el código secreto de mi corazón para que se lo digas al gato y así pueda conocerme mejor y volar muy lejos y fumar hasta la muerte. Porque los restos, restos son de una mala noche rodeado de ropa sucia y clavos arrancados de la pared para empezar algo, algo que antes parecía imposible, ¿no?

Y bebe. Y deja de beberme. Ya.











                                                                                                                                                           ¡NO!

                                                                                                                          

14/9/11

37 USA. (2003).


"When I'm alone I see myself as
beautiful.

It's when I'm around others that I feel so
ugly & flawed."

11/9/11

Carta desde Manhattan (stuck en tu cabeza y tus ideas):

El tiempo pasa tan rápido aquí, you know, like if somebody was robbing you. You shouldn’t forget that. That day. Esas navidades. Ese polvo acumulado entre las dos ventanas.
And the freezing cold. And all the post-it on the wall. And the names. And the quotes. And your great-grandmother. And your father crying because, ¿quién podría creerlo?
Y el hombre saltando por la ventana. A lo mejor tenía miedo a morir quemado. A lo mejor, viendo el surrealismo dominante, pensó que podía volar.

-          Who is he?
-          Un amigo.
-          ¿Un amigo o tu novio, eh?
-          Un amigo que murió en el World Trade Center.

And your fucking face. Inexpressive. It’s not easy to get through those tears. But who cares, diez años son insuficientes para borrar ese rictus del skyline de la ciudad.

“I steal small things from my friends to keep memories of how much I love them.”

And this won’t stop. Not this year. Not the next one. Not the other. And it’s not bad at all, because all of you must remind the fucking pain that killed that boy, that girl, that kid who was waiting his father after school, y él nunca apareció. Porque no debéis olvidar(les).

Because you know, a lo major pensó que podia volar.

5/9/11

Tapa dura azul celeste, III.

-          ¿Qué tal el día?
-          ¿Podríamos dejar la sesión para otro día?
-          ¿Por qué, no se encuentra bien?
-          No es eso.
-          ¿Y qué es?
-          No me apetece hablar contigo.
-          Vaya. Resulta que no hay opción.
-          ¿Y si no hablo, eh?
-          ¿Y si muere?

Me encanta abrir el diario y escribir conversaciones. Es interesante. Tengo buena memoria. He intentado varias veces escribir mi edad; el problema es que no puedo escribir números, me causa ansiedad, y no sé escribir mi edad en letras. Diez y ocho. No. Dieciocho. No. Sí. Da igual.

Se ha atrevido a amenazarme, ¿eres consciente? No estamos seguros, la verdad. Nunca lo hemos estado. No desde los 12 años.

Me gusta el color verde. No el verde verde, sino el que es así como un poco oliva y un poco azul celeste. Es difícil describir los colores. Quiero decir, tú puedes decir “me gusta el azul”. ¿Qué azul? Pues el azul cielo. Pues, ¿y si soy ciego? No te interesan los colores entonces. Uy que no.

Mamá un día me dijo que su ciudad favorita es Buenos Aires. La mía creo que es Estambul. Es muy bonita, con sus mezquitas y Palacios. ¡Y su maravilloso clima!

A veces me gustaría poder estar todo el día escribiendo en este maldito librejo de mierda, pero siempre llega el Gilipollas y lo jode todo. Y además siempre llega en el momento más inoportuno, cuando más distraído estoy. Una pena. Maldito Gilipollas. Y además siempre me quita el puto librejo y lo tira por ahí, y claro, cualquiera se levanta a por él.

No recuerdo el día en el que empecé a fumarme un paquete de tabaco diario. Supongo que fue el mismo día que empecé a hablar conmigo mismo. Tiene sentido, porque empezaría a fumar el doble, ya sabes, dos personas no fuman lo mismo que una.

Me encantaba la lámpara de lava de mi habitación. Podía perder horas y horas mirándola. Era genial. Yo de pequeño quería ser lava de mayor. Podía ser intocable y a la vez ultra destructivo. Eso quería ser. Ahora ya, desde aquel