2/10/12

La inocencia de la enfermedad.


"(...)
Los cuerpos tibios
brillan juntos
en la oscuridad,
la mano se mueve
hacia el centro
de la carne,
la piel tiembla
de felicidad,
y el alma viene
feliz al ojo-
 
sí, sí,
eso es lo que
deseaba,
siempre deseé
volver
al cuerpo
donde nací"

San José, 1954
Poemas de Juventud
Allen Ginsberg
 
 
Para sentirme en casa. Para recordar el calor de tu entrepierna y tus no-pestañas.
Quizá era demasiado pronto. O quizá, a lo mejor, nunca lo sabré con exactitud, éramos inocentes.
Y pagamos por un crimen del que no éramos culpables. No somos culpables. 
¿Se puede ser culpable si no se ha tenido otra opción? 
Culpables del crimen de estar enfermos cada día, hasta la llegada del esperado reencuentro. Y el final.
 
 


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