Cruzo la calle y vuelvo y me voy para no volver por aquí o por allí o quién sabe quizá en un año o dos o tres o cuatro las calles se salten los semáforos en rojo de la avenida del centro de vuestra ciudad acompañadas por música fúnebre y plañideras desnudas o frías y algo muertas chillando en verso y prosa en una lengua desconocida porque
Geraldine no usa colores vivos si no se trata de una ocasión especial como en un entierro con su vestido rosa y sus uñas verdes y su cabeza calva y rapada.
En fin, qué te voy a contar, las paredes tienen escrito el mensaje para aquellos que saben leer y no se atreven a gemir en mitad de la
madrugada en el solsticio de -no existe-.
Pinto la estepa en el desierto de mi tundra para conseguir el acuerdo entre ambas partes de mi cuerpo y evitar mi temprana negrura.
Elige un arma, una salida o escapatoria y reconstrúye
(te)(la)(le) o pereceremos tras el terremoto que se avecina.
[existen una maldad
que alquila un apartamento
en aquella calle
que alquila su alma
y te excita y roba
con maldad]
{un, dos tres, miénteme otra vez}