Quiero susurrar al viento
lo que nunca me atreví
a gritar al tiempo:
ningún niño
fija su mirada en mí.
Tienen miedo.
Son conscientes
de que carezco
de sentimientos.
Yo también lo tengo,
pues soy consciente
de que conozco
el final del cuento.
¿Qué cuento?
Un cuento
llamado vida,
en el que la suerte
permanece ausente
y cuyo final
se llama muerte.
Ahora comienza el juego,
y su única regla
es alargar su llegada.
Comienza.
Acaba.
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