Y eso nos preguntamos todos en algún momento: ¿Qué queréis de mí?
¿Qué queréis de mi, padres?
¿Qué queréis de mi, jefe?
¿Qué queréis de mi, profesores?
¿Qué queréis de mi, pareja?
¿Qué queréis de mi, amigos?
Cambiemos la conjugación del verbo, y preguntemos a las mismas personas.
¿Qué quiero de mi, padres?
¿Qué quiero de mi, jefe?
¿Qué quiero de mi, profesores?
¿Qué quiero de mi, pareja?
¿Qué quiero de mi, amigos?
Y ahora, preguntémoslo a nosotros mismo:
¿Qué quiero de mi, yo?
Enseguida llegaran las respuestas a lo anterior.
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