¿Sabes qué me apetece hacer?
Ir al aeropuerto y comprar
uno de esos billetes de última hora e
irme de aquí.
El destino es lo de menos.
Hagamos apuestas:
¿Londres? ¿Berlín? ¿Estocolmo?
¿Y dónde vamos a dormir? ¿Vamos a dormir?
Te quiero.
He visto en el metro
a una mujer llorando.
Era preciosa.
El maquillaje había pintado
líneas en su cara.
Ni se preocupó por limpiarse.
Llevaba un Carolina Herrera
de imitación, se notaba.
Era preciosa.
Miraba fijamente al suelo
grisáceo, plástico del vagón.
Y una mancha negra en su labio.
Por cierto,
sólo quedaba un billete para Berlín.
Lo siento.
Ya nos veremos.