Bebíamos entre las sombras,
él corría por la sala,
y comenzaste a gritar un poema.
“¡ Arden oh tus ojos!.
¡Tú,
un canto a la muerte, qué ofensa !”
Versos vomitados.
Sin rima,
sin nada.
Dejas de gritar.
Te tocas los senos.
“¡JÁ!”
Él corría por la sala.
Ya no.
Ha muerto.
“¡ Arrivederci, au revoir, good bye, adiós mi amigo !”
Celebras su derrota,
su muerte.
Lloras de la alegría.
Me miras.
Sonrío.
Sigo bebiendo.
El corría por la sala.
Nunca más.
Tú tampoco.
Muerta.
Te miro.
Sonríes.
Dejo de beber.
“¡ Auf wiedersehen ! ”